El enfermero Uanderson Barreto, que siempre soñó con ser padre, ha adoptado él solo a 12 niños en los últimos años tras decidir no permitir que hermanos biológicos fueran separados en centros de acogida. La decisión comenzó cuando trabajaba en un hogar de acogida y se dio cuenta de que muchos de los jóvenes, principalmente negros y mayores, tenían pocas posibilidades de ser adoptados. Fue entonces cuando decidió convertir el cuidado diario en un vínculo definitivo.
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Desde su adolescencia, Uanderson sabía que su paternidad se produciría a través de la adopción. Al tratar de cerca con la realidad de los niños institucionalizados, comprendió que su papel podía ser más importante que el profesional. Rompiendo con el patrón predominante en su natal Brasil, que privilegia a los bebés y niños blancos, optó por acoger precisamente a aquellos que se enfrentan a mayores barreras en el sistema: grupos de hermanos, niños de más edad y con antecedentes de abandono.
Con una rutina intensa, el enfermero organiza su vida entre tareas escolares, cuidados domésticos y citas médicas. “La adopción es mi día a día. La adopción es mi forma de ejercer mi paternidad, mi familia”, dijo a Razões para Acreditar.
A pesar de todos los retos que supone la paternidad en solitario, nunca consideró la decisión como caridad, sino como una responsabilidad integral. “Ejercito esta paternidad las 24 horas del día. No soy bueno por ser padre. Soy padre y punto”, afirmó.
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Sin embargo, la historia de Uanderson también ha pasado por momentos dolorosos. Uno de sus hijos, Alexandre, falleció tras ahogarse, lo que le llevó a vivir un periodo de profundo duelo. Fue durante una visita al cementerio cuando, según él, tuvo un momento de reflexión que le llevó a volver al refugio y conocer a Yohan, el niño que no sustituyó el dolor, pero que le dio un nuevo sentido a su camino.
Hoy, con 12 hijos, Uanderson insiste en que no idealiza la paternidad, pero cree en el poder de construir vínculos por elección y afecto. “Suelo decir que soy un eterno defensor de la formación de familias desde el punto de vista del corazón. Lo digo sin romanticismo, porque no hay romanticismo en tener hijos. Pero vale mucho la pena dejar que se forme un ser humano cercano a nosotros como padre o como madre, independientemente de la forma que sea”, declaró.
