Una reunión familiar previa a la Navidad en Dracena, en el interior del estado brasileño de São Paulo, terminó en tragedia con la muerte de dos hermanos pequeños que se ahogaron en la piscina de una chácara. Las víctimas, identificadas como Yasmin de Morais Brito, de 4 años y 4 meses, y Gael da Silva, de 4 años y 11 meses, se encontraban jugando cerca de la piscina mientras los adultos participaban de la celebración. En un momento de descuido, ambos niños accedieron al agua sin ser vistos, lo que resultó en el fatal desenlace.
El incidente causó una profunda conmoción en Brasil y reavivó el debate sobre los peligros que las piscinas representan para los menores. Según el boletín de ocurrencia, un familiar notó la ausencia de los niños y, al buscarlos, los encontró ya en proceso de ahogamiento. En medio del pánico, se hicieron llamados de auxilio y un vecino que pasaba por la zona acudió rápidamente al lugar para ayudar en el rescate.
Se intentaron maniobras de reanimación en el sitio, y los niños fueron trasladados en un vehículo familiar con la intención de llegar al hospital. En el camino, se encontraron con una patrulla del Cuerpo de Bomberos, que asumió la atención de emergencia. A pesar de los esfuerzos realizados, ambos menores fallecieron.
La noticia ha generado una ola de solidaridad en redes sociales, donde se han compartido imágenes de los hermanos acompañadas de mensajes de duelo e indignación. Este trágico suceso pone de manifiesto la necesidad de una vigilancia constante en entornos con piscinas, especialmente durante celebraciones en las que la atención de los adultos puede dispersarse.
Expertos recuerdan que unos pocos segundos de distracción pueden ser suficientes para que ocurra una tragedia, y hacen un llamado a tomar medidas de seguridad más estrictas, como el uso de cercas, alarmas y supervisión directa, para evitar que situaciones similares vuelvan a repetirse.
