Durante un vuelo entre Seattle y San Francisco, en Estados Unidos, la comisaria de a bordo Shelia Fedrick protagonizó una intervención crucial que evitó un posible caso de tráfico humano. El suceso, ocurrido en 2011 pero recientemente divulgado como ejemplo en entrenamientos de seguridad aérea, comenzó cuando Fedrick detectó un comportamiento inusual en una pasajera adolescente que viajaba acompañada por un hombre mayor.
La joven parecía asustada y evitaba el contacto visual, mientras que el hombre, bien vestido y con actitud dominante, respondía por ella e impedía cualquier intento de diálogo directo. Ante estas señales de alarma, Fedrick ideó una estrategia discreta: dejó un billete en uno de los baños del avión con la esperanza de que la joven pudiera comunicarse sin levantar sospechas. La respuesta fue clara y escalofriante: “Necesito ayuda”.
Tras recibir la confirmación de sus sospechas, la comisaria alertó a la tripulación, y las autoridades fueron notificadas para actuar en cuanto el avión aterrizara. La intervención fue exitosa: la adolescente fue rescatada en condiciones seguras y el hombre fue detenido por la policía.
Posteriormente, Fedrick reveló que dejó su número de teléfono en el billete y que la joven mantuvo contacto con ella durante los años siguientes. “Parecía estar viviendo un infierno”, comentó la comisaria en una entrevista con la cadena NBC, recordando el momento con emoción.
Este caso ha sido incorporado en programas de formación para personal aéreo en Estados Unidos, como ejemplo de cómo una observación atenta y una acción rápida pueden marcar la diferencia frente a un crimen silencioso como el tráfico humano. La actuación de Fedrick ha sido elogiada por su valentía, sensibilidad y profesionalidad.


