Lo que comenzó como una aparente molestia dental terminó siendo una tragedia médica para Keshia Liburd, una británica de 38 años. En septiembre de 2023, tras experimentar un dolor intenso en la mandíbula, acudió a dos dentistas que aseguraron que sus dientes estaban en buen estado. Sin embargo, al persistir el dolor, Keshia acudió a urgencias, donde le administraron morfina y le realizaron exámenes.
Inicialmente, los médicos sospecharon de una neumonía, pero tras 16 días llegó el diagnóstico: cáncer de pulmón en estadio 3, tipo ALK positivo, una variante rara y agresiva. El cáncer ya se había extendido a los ganglios linfáticos y otras estructuras del tórax, reduciendo drásticamente las probabilidades de cura, con tasas de supervivencia entre el 13% y el 36% a cinco años.
Keshia comenzó un tratamiento intensivo que incluyó quimioterapia, radioterapia y cirugía. En enero de 2024, los médicos informaron que el cáncer había desaparecido, pero en apenas tres meses la enfermedad reapareció en estadio 4, afectando los pulmones, el hígado y el cerebro.
El deterioro fue rápido y severo. Su prima, Kirsty Watson, explicó que debido al cáncer cerebral, Keshia tiene dificultades para hablar, problemas de memoria y movilidad, lo que impacta profundamente en sus hijos. “Se ha deteriorado ante los ojos de sus hijos”, declaró Kirsty.
Ante la falta de opciones en el sistema sanitario británico, la familia ha lanzado una campaña para recaudar 40.000 libras (aproximadamente 46.700 euros) con el fin de financiar un tratamiento en Alemania. El procedimiento incluye quimioembolización transarterial (TACE) y terapia con células dendríticas, aún no disponibles en el Reino Unido.
A pesar del pronóstico, Keshia no pierde la esperanza: “No estoy lista para rendirme. Necesito estar aquí para mis hijos”, afirmó. Su historia subraya la importancia de atender síntomas persistentes, incluso si parecen inofensivos al principio.