Kaylee Muthart, una joven de Anderson, Carolina del Sur (EE. UU.), sufrió un grave brote psicótico en 2018 tras consumir una alta dosis de metanfetamina, lo que la llevó a arrancarse sus propios ojos con las manos. Tenía solo 20 años cuando ocurrió el incidente, que ahora relata públicamente para advertir sobre los peligros del consumo de drogas.
Según su testimonio, Kaylee comenzó a fumar marihuana en la secundaria, creyendo que evitaba riesgos al mantenerse alejada de sustancias más fuertes. Sin embargo, a los 19 años, un amigo le ofreció un cigarro mezclado con metanfetamina, lo que marcó el inicio de su adicción. Un año después, antes de ingresar a rehabilitación por petición de su madre, decidió consumir una dosis más potente como despedida.
Durante un episodio de delirio mientras caminaba hacia la iglesia, Kaylee creyó que debía hacer un sacrificio para “salvar el mundo”. En ese momento, se arrancó los ojos usando sus dedos. Fue hallada por el pastor de la iglesia, quien la encontró gritando “quiero ver la luz”, mientras sostenía sus globos oculares aún conectados a su cabeza.
Fue trasladada de urgencia al hospital, donde siete personas tuvieron que inmovilizarla para que los médicos pudieran realizar una cirugía que evitara infecciones. Desde entonces, vive con prótesis oculares y asegura que, a pesar de las dificultades diarias, se siente más feliz ahora que ha superado su adicción.
Kaylee comparte que actividades como tocar la guitarra o aprender piano son más complejas desde que perdió la vista, pero mantiene una actitud positiva. “Claro que hay momentos difíciles, especialmente por la noche, pero prefiero ser ciega que ser esclava de las drogas”, afirma.
Su historia ha sido divulgada por medios como Cosmopolitan y Daily Mail, y sirve como un impactante recordatorio de los efectos devastadores que pueden tener las drogas sintéticas como la metanfetamina.