A los 6 años, Fabio Zava se enfrentó a un cáncer raro y agresivo llamado rabdomiosarcoma, que le afectó a la mandíbula y requirió la extirpación de más de la mitad del hueso. Hoy, a sus 27 años, el ilustrador y arquitecto se prepara para una cirugía de reconstrucción facial que puede transformar profundamente su vida.
El primer síntoma de la enfermedad fue un dolor intenso en la mandíbula, que inicialmente se confundió con dolor de muelas. Tras un sangrado anormal durante una visita al dentista, las pruebas revelaron el cáncer. El tratamiento incluyó quimioterapia, radioterapia y una cirugía drástica que le dejó secuelas permanentes en el habla, la alimentación y la apariencia.
En la adolescencia, Fabio se sometió a dos intentos de reconstrucción con injertos óseos, pero sin éxito duradero. El impacto estético y funcional afectó a su autoestima y a su vida social. Empezó a usar capuchas, a evitar el contacto visual y a aislarse, relatando una juventud marcada por miradas de juicio y exclusión.
Ahora, gracias a la ayuda de una recaudación de fondos en línea y a la solidaridad del cirujano Magno Liberato, Fabio tendrá acceso a una cirugía moderna y compleja que involucra ocho especialidades médicas. El plan incluye una prótesis de titanio hecha por impresión 3D, injertos óseos y de piel, además de placas personalizadas para reestructurar el maxilar. Se espera que la operación mejore significativamente su masticación, habla, respiración y calidad de vida.
Aunque no espera recuperar una apariencia «normal», Fabio cree que el procedimiento le proporcionará alivio físico y emocional. Comparte su historia en las redes sociales, donde encuentra el apoyo y la empatía de miles de seguidores. Para él, la acogida virtual ha sido fundamental para reinterpretar su trayectoria y aceptar sus marcas con más ligereza.
La historia de Fabio es un poderoso recordatorio de los impactos invisibles del cáncer y la importancia de la empatía ante las diferencias visibles. Más que un cambio estético, su viaje trata de reconstruir la autoestima y recuperar el derecho a sonreír sin miedo.