Preston Porter, de 11 años, acaba de convertirse en el primer paciente del mundo al que se le ha sustituido una válvula cardiaca artificial por otra de un donante vivo, en una intervención pionera llevada a cabo en el Children’s National Hospital de Washington, D.C.
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Desde que tenía un año, Preston había vivido con una válvula mitral mecánica, implantada tras diagnosticársele un defecto cardíaco cuando fue hospitalizado por un virus a la edad de 20 meses. Durante casi una década, tuvo que tomar medicación anticoagulante para evitar la formación de coágulos en la válvula mecánica, un tratamiento que requería cuidados estrictos, incluidos análisis de sangre semanales, restricciones dietéticas y la prohibición de hacer deporte.
“Es un niño muy activo y a lo largo de los años se ha perdido muchas cosas por eso”, dijo Lauren Porter, madre de Preston, en una entrevista con el programa Good Morning America.
En enero de este año, los médicos se dieron cuenta de que a Preston se le estaba quedando pequeña su válvula mecánica, que requeriría múltiples operaciones de corazón a lo largo de su vida para sustituirla. Fue entonces cuando surgió la posibilidad de un trasplante parcial de corazón, que consiste en sustituir la válvula mecánica por una válvula viva extraída del corazón de un donante, capaz de crecer junto con el paciente.
“Mi reacción inicial fue de miedo, me parecía algo muy nuevo y sin suficientes datos”, dice Lauren. Pero la perspectiva de que Preston pudiera dejar de tomar anticoagulantes y llevar una vida normal lo cambió todo.
La intervención, realizada el 27 de abril por el Dr. Yves d’Udekem, jefe de cirugía cardiaca pediátrica del hospital, representa un avance revolucionario. Según el doctor, la válvula viva puede crecer y curarse junto con Preston, que pesa poco más de 27 kg.
“Es un tejido natural que puede duplicar su peso corporal y adaptarse a su crecimiento. Es un avance increíble”, explica el Dr. d’Udekem.
Tras la operación, Preston seguirá tomando medicación a dosis bajas para evitar el rechazo del órgano, pero ya puede soñar con una vida activa sin tantas limitaciones. Está entusiasmado con la idea de jugar al fútbol americano, un deporte que antes no podía practicar. “Me siento muy bien. Es estupendo saber que podré ayudar a otras personas en el futuro”, afirma.