Friedrich Merz vuelve a estar en el centro del debate tras polémicas declaraciones durante sus viajes al extranjero. (Foto: Instagram)
El canciller de Alemania, Friedrich Merz, se encuentra nuevamente en el centro de la polémica tras realizar comentarios despectivos durante sus viajes oficiales al extranjero. En una reciente visita a Hamburgo, Merz relató una experiencia en Luanda, capital de Angola, donde se quejó de no haber encontrado “un pan decente” en el desayuno del hotel. “Cuando se está en el extranjero, uno se da cuenta de lo especial que es el pan alemán”, afirmó durante una conversación informal con un panadero local.
La declaración fue considerada por muchos como insensible y eurocentrista, especialmente al producirse en el contexto de una cumbre entre la Unión Europea y la Unión Africana centrada en temas de seguridad, paz y multilateralismo.
No es la primera vez que Merz genera controversia. Tras su participación en la COP30 en Belém, Brasil, comentó en el Congreso Alemán del Comercio que los periodistas que lo acompañaban estaban “contentos” de regresar a Alemania, insinuando que preferían no quedarse en Brasil. Según Merz, al preguntar quién querría quedarse en Belém, ninguno levantó la mano. Estas palabras fueron interpretadas como una crítica velada a la ciudad brasileña y al país anfitrión del evento climático.
Analistas en Alemania sugieren que Merz busca atraer al electorado de extrema derecha, que ha ganado terreno en el país. En octubre pasado, ya había sido acusado de racismo por vincular la presencia de inmigrantes con problemas en el paisaje urbano y por defender deportaciones masivas. Además, insinuó que las mujeres con hijas comprenderían sus preocupaciones sobre seguridad, especialmente “después del anochecer”.
En junio, también causó malestar al afirmar que Israel hacía el “trabajo sucio” de Occidente frente al programa nuclear iraní, una declaración que fue duramente criticada por desviarse de la tradicional postura diplomática alemana en Oriente Medio.
Las declaraciones de Merz han generado reacciones tanto a nivel nacional como internacional. Mientras algunos sectores conservadores lo respaldan, otros lo acusan de dañar la imagen exterior de Alemania y de fomentar discursos divisivos en un contexto político cada vez más polarizado.
