En la ciudad de Kunming, en China, un hombre protagonizó un acto insólito tras perder un juicio relacionado con su tienda de fideos. Condenado a pagar una multa de aproximadamente ¥10.000 (unos 1.600 dólares estadounidenses), el individuo decidió saldar la deuda utilizando exclusivamente monedas de 0,1 yuan, lo que equivale a cerca de 9.100 euros.
Lejos de tratarse de una simple excentricidad, su gesto fue un acto deliberado de protesta simbólica contra el sistema judicial. Para cumplir con el pago, el hombre entregó decenas de sacos llenos de monedas a una entidad bancaria, lo que obligó a unos 18 empleados a contar manualmente el dinero durante toda la jornada.
El caso, que surgió a raíz de una disputa legal con el dueño de otra tienda de fideos, se convirtió rápidamente en un fenómeno viral en las redes sociales chinas. Algunos internautas elogiaron la acción como una “venganza silenciosa” y una muestra de creatividad frente a la burocracia. Sin embargo, otros criticaron el perjuicio causado a los trabajadores del banco y al sistema judicial, que tuvo que movilizar recursos extraordinarios para procesar el pago.
Desde el punto de vista legal, pagar con monedas no está prohibido en China, pero la dimensión logística del acto generó complicaciones importantes. El incidente ha reabierto el debate sobre los límites entre el derecho individual a la protesta y la responsabilidad de respetar el funcionamiento de las instituciones públicas.
Este episodio plantea una cuestión de fondo: ¿hasta qué punto puede un ciudadano utilizar medios legales como herramienta de protesta sin convertirse en un generador de caos? La acción de este hombre ha puesto sobre la mesa la delgada línea entre la expresión legítima de la disconformidad y la obstrucción del orden institucional.


