Una reciente consulta realizada a una inteligencia artificial ha revelado una serie de estrategias respaldadas por la ciencia que podrían ayudar a las personas a vivir hasta los 140 años. Estas recomendaciones van más allá del cuidado físico e incluyen aspectos emocionales y sociales fundamentales para la longevidad.
Uno de los principales factores identificados es el control del estrés crónico. Según estudios de la Universidad de Columbia, el estrés elevado puede reducir la esperanza de vida en hasta siete años. La IA sugiere prácticas sencillas como pausas diarias, respiración profunda y un sueño regulado para mitigar los efectos del cortisol.
Además, la IA destaca la importancia de vivir el presente. Investigaciones en Okinawa, Japón —una de las regiones con mayor concentración de centenarios— demuestran que una actitud espontánea y sin ansiedad ante el futuro contribuye al bienestar emocional y físico. Retrasar constantemente los sueños puede acelerar el envejecimiento.
Otro punto clave es actuar en coherencia con los propios valores. La IA advierte que realizar actividades contrarias a nuestras creencias puede aumentar el estrés fisiológico en un 23%, afectando el estado de ánimo y el sistema inmunológico.
Los vínculos sociales también juegan un papel esencial. Un estudio de la Universidad de Harvard, con más de 85 años de duración, concluye que las relaciones significativas pueden añadir entre 8 y 12 años a la vida. La calidad de estas conexiones es más importante que la cantidad.
El concepto japonés de “ikigai”, o razón de ser, también fue mencionado. Tener un propósito diario se asocia con menor riesgo de muerte prematura y mayor equilibrio hormonal, según el Journal of Behavioral Medicine.
Finalmente, contar con alguien con quien se pueda ser auténtico reduce la inflamación y mejora la salud mental, según estudios de la Universidad de Michigan. En conjunto, estas recomendaciones sugieren que una vida más larga y plena es posible mediante la combinación de ciencia, tecnología y hábitos cotidianos.


