Un colapso estructural de grandes proporciones ocurrió en el suroeste de China cuando la recién inaugurada Ponte Hongqi, de 758 metros de longitud, se desplomó completamente sobre un embalse en la ciudad de Maerkang, provincia de Sichuan. La estructura formaba parte de la Ruta Nacional 317, una vía estratégica que conecta China con el Tíbet.
El puente atravesaba un profundo desfiladero formado por el río Dadu y el embalse de la represa de Shuangjiangkou. Las primeras señales de inestabilidad se detectaron el lunes por la tarde, cuando aparecieron grietas y deformaciones en las laderas cercanas. Las autoridades activaron rápidamente protocolos de emergencia, evacuando la zona y bloqueando el tráfico antes de las 23:00 horas.
A la mañana siguiente, la situación empeoró con nuevas fisuras en la carretera de acceso y las márgenes del río. Finalmente, el puente colapsó, cayendo sobre el embalse y levantando una gran nube de escombros. Gracias a la evacuación previa, no se registraron víctimas, según informaron las autoridades locales. No obstante, la reapertura de la vía aún no tiene fecha prevista.
Este incidente ha reavivado el debate sobre la seguridad de las infraestructuras de gran escala en China, país que alberga algunas de las obras de ingeniería más ambiciosas del mundo. En septiembre, por ejemplo, se inauguró la Puente del Desfiladero de Huajiang, en la provincia de Guizhou, con una altura de 625 metros sobre el río Beipan y un coste estimado de 280 millones de dólares (aproximadamente 260 millones de euros). Esta obra redujo el tiempo de viaje de 90 minutos a tan solo 90 segundos e incluye atracciones turísticas como salto en bungee y un mirador panorámico.
También destaca la Puente Danyang–Kunshan, considerada la más larga del mundo desde 2010, con 164,8 kilómetros de longitud, conectando las ciudades de Danyang y Kunshan mediante la línea ferroviaria de alta velocidad entre Pekín y Shanghái.


