Hope tenía solo dos años cuando fue acusado de brujería por su propia familia y abandonado en una aldea del sur de Nigeria. Desnutrido, cubierto de heridas y vagando solo por las calles, fue encontrado en 2016 por la activista danesa Anja Ringgren Lovén durante una misión de rescate junto a su esposo, su hijo pequeño y parte de su equipo.
Alertada por una llamada anónima, Anja decidió actuar sin planificación previa y se infiltró en la comunidad disfrazada, fingiendo interés en comprar carne de perro seca, una especialidad local. Al encontrar al niño, la emoción fue abrumadora, pero Anja supo mantener la calma para no poner en peligro el rescate. Al ofrecerle agua y galletas, el pequeño, pese a su estado crítico, sorprendió a todos comenzando a bailar, un gesto que conmovió profundamente a la rescatista.
Anja prometió llevarlo con ella y garantizar su seguridad. El niño, que no hablaba y apenas podía mantenerse en pie, fue hospitalizado durante más de tres meses. Posteriormente, fue acogido en el refugio Land of Hope, fundado por Anja y su esposo David, donde comenzó una nueva vida.
Nueve años después, Hope vive una transformación completa y es símbolo de esperanza. Anja compartió un emotivo mensaje: “No importa lo que pase, hace 9 años que rescatamos a Hope. Fueron 9 años de pura alegría al conocerle. Nos cambió a todos y me siento muy afortunada de formar parte de su vida”.
La historia de Hope resalta la importancia de la compasión, la valentía y el compromiso con los derechos de los niños en contextos donde aún persisten creencias dañinas. Gracias a la intervención de Anja y su equipo, Hope no solo sobrevivió, sino que se convirtió en un ejemplo de resiliencia y amor.