Una tragedia estremeció a la pequeña ciudad de Madbury, en el estado de New Hampshire (Estados Unidos), el 18 de agosto de 2025. Emily Long, de 34 años, es sospechosa de haber asesinado a su esposo, Ryan Long, de 48 años, y a dos de sus hijos —Parker, de 8 años, y Ryan Jr., de 6— antes de quitarse la vida. Un tercer hijo del matrimonio fue hallado ileso en la vivienda familiar.
Según las autoridades, Ryan padecía un glioblastoma, un tipo de cáncer cerebral extremadamente agresivo. El impacto emocional de la enfermedad sobre la familia, sumado al deterioro de la salud mental de Emily, parece haber sido determinante en esta tragedia. Emily utilizaba TikTok como vía de desahogo y compartía con frecuencia vídeos en los que hablaba abiertamente de su lucha contra la depresión, el sufrimiento de sus hijos y la dificultad de afrontar el diagnóstico terminal de su marido.
En uno de los vídeos, Emily aparece con gafas de sol y expresa su deseo de esconderse del mundo junto a sus hijos, reconociendo que la situación era insostenible. A pesar de ello, también mostraba una voluntad de mejorar su salud mental y brindar un entorno más estable a su familia. En una de las publicaciones más recientes antes del crimen, escribió: “¿Quieres ver a alguien derrumbarse ante tus ojos? Juro que este cáncer va a ser lo que me rompa”.
El Departamento de Justicia de New Hampshire informó que todo apunta a que Emily utilizó un arma de la familia para cometer los asesinatos y luego suicidarse. Las autoridades han pedido al público que no se precipite en sacar conclusiones, ya que se trata de un caso complejo con múltiples factores en juego. Las investigaciones continúan para esclarecer completamente lo sucedido.
El caso ha generado una oleada de conmoción en las redes sociales y ha reavivado el debate sobre la salud mental, la carga emocional que enfrentan los cuidadores de enfermos terminales y los devastadores efectos que estas situaciones pueden tener sobre las dinámicas familiares.