Brooke Atkins, una madre australiana de 36 años residente en Gold Coast, ha compartido públicamente los resultados del tratamiento con láser al que sometió a su hijo Kingsley, quien nació en 2022 con una prominente mancha de nacimiento que cubría la mitad de su rostro. Además, el niño fue diagnosticado con glaucoma y el síndrome de Sturge-Weber, una condición neurológica rara que puede provocar convulsiones y otros problemas médicos graves.
A los seis meses de edad, Brooke y su pareja, Kewene Wallace, de 30 años, iniciaron el tratamiento con láser en el Hospital Infantil de Queensland, siguiendo la recomendación de especialistas para prevenir complicaciones futuras. Aunque el objetivo nunca fue eliminar la mancha por motivos estéticos, sino evitar que se agravara y derivara en problemas como sangrados o deformaciones cutáneas, la decisión fue duramente criticada en redes sociales. Brooke recibió comentarios ofensivos, siendo llamada “monstruo” por algunos usuarios, lo que le generó una profunda angustia emocional.
En declaraciones al Daily Mail, Brooke explicó que si la mancha no se trataba a tiempo, podría volverse más oscura y desarrollar una textura rugosa, lo que dificultaría su tratamiento. Además del tratamiento dermatológico, Kingsley ha enfrentado más de 100 convulsiones desde su nacimiento y ha sido sometido a tres cirugías oculares para tratar el glaucoma.
A pesar de las críticas, Brooke se mantiene firme en su decisión, afirmando que su prioridad siempre ha sido la salud y bienestar de su hijo. Subraya que el tratamiento le ofrece a Kingsley la mejor oportunidad de evitar complicaciones médicas en el futuro, y lamenta la falta de información pública sobre las implicaciones médicas de este tipo de manchas de nacimiento. Su historia ha generado un debate sobre el juicio social hacia decisiones médicas complejas, especialmente cuando se trata de menores.