
Un trágico tiroteo sacudió la playa de Bondi, en Sídney (Australia), durante una celebración del festival judío de Hanukkah el domingo 14 de diciembre, dejando un saldo de 16 personas fallecidas y al menos 40 heridas, entre ellas dos agentes de policía y un niño. El ataque fue perpetrado por dos hombres armados que abrieron fuego contra los asistentes al evento. Uno de los atacantes murió en el lugar, mientras que el otro fue detenido en estado crítico.
El comisario de la Policía de Nueva Gales del Sur, Mal Lanyon, calificó el hecho como un “incidente terrorista” durante una rueda de prensa. Las investigaciones siguen en curso para determinar si hay un tercer sospechoso implicado. Los heridos fueron trasladados a varios hospitales de la ciudad, y su estado de salud ha sido descrito como grave.
Entre las víctimas mortales se encuentra el rabino Eli Schlanger, de 41 años, nacido en Londres, según confirmaron medios británicos como The Guardian y BBC News. También se reportó la muerte de un ciudadano israelí. Aunque las autoridades australianas no han confirmado oficialmente que el ataque tuviera como objetivo directo a la comunidad judía, el presidente de la Asociación Judía de Australia declaró que se trataba de “una tragedia totalmente previsible”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil (Itamaraty) informó que, hasta el momento, no hay indicios de ciudadanos brasileños entre las víctimas.
El atentado ha generado conmoción internacional y pone nuevamente en el centro del debate la seguridad en eventos religiosos y culturales. La comunidad judía australiana ha expresado su profundo dolor y exige respuestas claras por parte de las autoridades. Desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump aún no ha emitido un comunicado oficial sobre el suceso, aunque se espera una declaración en las próximas horas.


