El magnate indio Ratan Tata, exlíder del conglomerado Tata Group y figura emblemática del mundo empresarial, falleció el 9 de octubre de 2024 a los 86 años. Su testamento ha generado gran controversia y sorpresa, ya que, según diversas fuentes, una parte significativa de su fortuna habría sido destinada a sus mascotas y empleados de confianza, dejando a sus familiares prácticamente excluidos.
Entre los supuestos beneficiarios se encuentra su perro de compañía, llamado Goa, y posiblemente otro animal llamado Tito. Según versiones no confirmadas, estos animales recibirían “cuidados ilimitados” y una porción de la herencia para garantizar su bienestar. También se menciona que el mayordomo y el cocinero de Tata fueron contemplados en el testamento, en reconocimiento a los años de servicio prestados.
Sin embargo, la historia ha sido objeto de escepticismo. Investigaciones periodísticas indican que la narrativa de que el perro heredó millones de euros podría estar exagerada o distorsionada. Algunas fuentes llegaron a afirmar que Goa había fallecido poco después de Tata, pero autoridades y fuentes oficiales desmintieron el rumor, asegurando que el animal sigue vivo y en buen estado de salud.
Los informes sobre una supuesta herencia de 675 millones de reales brasileños (aproximadamente 124 millones de euros) carecen de verificación oficial. No se han publicado documentos públicos que confirmen el valor total de la herencia ni su distribución exacta. Por tanto, los detalles sobre el reparto patrimonial siguen siendo un misterio.
Lo que sí está confirmado es el fallecimiento de Ratan Tata, así como su conocido amor por los animales. A lo largo de su vida, adoptó perros, fundó instituciones dedicadas al bienestar animal y promovió activamente la protección de los mismos.
La historia del testamento ha capturado la atención del público por su carga emocional y simbólica. No obstante, en ausencia de pruebas documentales, debe tratarse como una posibilidad no comprobada, más cercana al mito moderno que a una realidad confirmada.


