Un insólito incidente ocurrido en la provincia de Jiangsu, China, ha captado la atención de las redes sociales esta semana. Un niño de 11 años fue hospitalizado tras ingerir accidentalmente una pepita de oro de 10 gramos, valorada en aproximadamente 1.400 euros.
Según informan medios locales, la madre del menor, identificada solo como “Ji”, había adquirido la pepita como inversión. Días después, el niño jugaba con el objeto y, en un intento por “probar la fuerza de su lengua”, terminó tragándoselo. Al principio, la madre pensó que se trataba de una broma, pero al comprobar que la pepita había desaparecido, comenzó a preocuparse.
Recordando un episodio anterior en el que un miembro de la familia había tragado una moneda y esta fue expulsada naturalmente, la madre pensó que ocurriría lo mismo. Como medida preventiva, prohibió al niño usar baños públicos, asegurando que “su caca era muy valiosa”. Durante cinco días, vigiló sus deposiciones sin éxito.
Finalmente, al no ver resultados, llevó al niño a un hospital en Kunshan. Las pruebas médicas confirmaron la presencia de un objeto extraño en su estómago. Afortunadamente, el menor no presentó síntomas graves como dolor o vómitos, y los médicos lograron extraer la pepita sin complicaciones.
El caso se volvió viral en redes sociales, generando memes y comentarios humorísticos sobre la peculiar situación. Sin embargo, también sirvió como advertencia para otros padres sobre los peligros de dejar objetos valiosos y pequeños al alcance de los niños.
La madre del menor aprovechó la experiencia para alertar a otras familias sobre la importancia de mantener los objetos de valor fuera del alcance infantil, destacando que, aunque el desenlace fue favorable, la situación pudo haber tenido consecuencias más graves.


