Un adolescente de Nueva Zelanda, LeeRay King, tuvo que someterse a una cirugía para extirpar parte de su pulmón debido a las graves complicaciones de salud causadas por el uso intensivo de cigarrillos electrónicos desechables. El joven comenzó a vapear a los 14 años, influenciado por su entorno, y llegó a consumir hasta cuatro dispositivos por semana entre los 14 y 16 años, desarrollando rápidamente una fuerte dependencia.
El primer signo de alerta fue una intensa dolor en el pecho y dificultad para respirar, lo que llevó a su hospitalización de urgencia. Allí se le diagnosticó un neumotórax, una condición en la que el aire escapa del pulmón, provocando su colapso parcial o total. En los meses posteriores, su pulmón izquierdo colapsó en cuatro ocasiones más.
Los médicos intentaron una pleurodesis para prevenir nuevos episodios, pero sin éxito. Finalmente, fue necesario extirpar parte del revestimiento de la cavidad torácica y una sección del pulmón dañado, que presentaba zonas endurecidas y ennegrecidas. Las imágenes del tejido extraído, conservado en una bolsa estéril, causaron gran impacto en su familia, que planea enterrarlo y plantar un árbol como símbolo de renacimiento.
La madre del adolescente, Kylee Jope, expresó su consternación por los daños causados por el vapeo y criticó la forma en que estos productos son comercializados. Por su parte, LeeRay, ahora con 17 años, ha decidido compartir su experiencia para advertir a otros jóvenes sobre los peligros del vapeo. Visitó una escuela local para contar su historia y afirmó que no volverá a usar cigarrillos electrónicos: “El dolor era insoportable y no se lo deseo a nadie de mi edad”.
El caso ha reavivado el debate sobre los riesgos del vapeo entre adolescentes y la necesidad de una regulación más estricta sobre estos productos.
