Un acto de gratitud y amistad cambió la vida de Sam Jones, propietario de una pequeña lanchonete en Chertsey, Surrey (Inglaterra). El empresario David Turner, cliente habitual durante más de dos décadas, le dejó una herencia de aproximadamente 5,6 millones de euros (equivalente a R$ 30 millones), como muestra de afecto por el trato amable que siempre recibió.
La relación entre ambos comenzó en el año 2000, cuando Turner, que no tenía hijos, conoció a Sam en su puesto de hamburguesas, Saffron’s. Con el tiempo, forjaron una amistad profunda, con encuentros diarios y vínculos familiares. Turner llegó a considerar a Sam como un hijo.
Tras fallecer en 2017 a los 71 años debido a un tumor cerebral, Turner dejó un testamento en el que nombró a Sam como su principal heredero. La herencia incluía una finca de 14 acres cerca de la autopista M25 y una propiedad familiar con más de 70 años de historia, además de pequeñas sumas para amigos y una donación de 5.000 libras (unos 5.800 euros) a la organización British Polio Fellowship, en reconocimiento a la lucha de Turner contra la poliomielitis en su infancia.
La hermana del empresario, Linda Cano, impugnó el testamento alegando que el documento original había sido destruido. Sin embargo, la Alta Corte de Londres ratificó la validez del testamento fechado en 2013. El juez Matthew Marsh concluyó que existían pruebas claras de que Turner deseaba que su fortuna fuera para Sam y que no tenía intención de beneficiar a su hermana.
A pesar de su nueva condición de millonario, Sam Jones no abandonó su rutina. Fue visto trabajando en su puesto de comida apenas un día después de la resolución judicial, vestido con su uniforme verde y su gorra habitual. “Volví a la plancha al día siguiente”, declaró con humildad.


