Shannen Krahn, una profesora de matemáticas de 31 años, vivió un parto inesperado y emotivo en el baño de su casa en Wisconsin, Estados Unidos. Una semana antes de la fecha prevista para el nacimiento de su hija, Brooklynn Suzanne, comenzó a sentir molestias tras terminar su jornada laboral. Aunque avisó a su marido, Mitch, de que se preparara por si era necesario acudir al hospital, no imaginaba que el parto sería tan inminente.
Mientras se encontraba sola en casa con su hijo Max, de 2 años, las contracciones se intensificaron rápidamente. Tras una contracción particularmente fuerte, su bolsa se rompió. Incapaz de alcanzar su teléfono, que estaba en la cocina, Shannen se arrodilló en el suelo del baño y decidió dar a luz allí mismo. Durante todo el proceso, Max permaneció cerca, acariciando el brazo de su madre y repitiendo “mamá”, en un acto de ternura que conmovió profundamente a Shannen.
Después de solo tres empujones, Brooklynn nació sana, con un peso de 3,3 kg. Shannen la colocó sobre su pecho, y la recién nacida lloró con fuerza, lo que supuso un gran alivio. Minutos después, Mitch llegó a casa y encontró a su esposa e hija en el baño. Madre e hija fueron trasladadas al hospital en ambulancia, donde recibieron atención médica y fueron dadas de alta al día siguiente.
La familia ahora disfruta de su nueva rutina. Max está encantado con su hermana, a quien llama “mi bebé”, y participa activamente en su cuidado. Para Shannen, uno de los momentos más especiales es cuando los tres se abrazan juntos en la poltrona. “Como dicen, el amor no se divide cuando tienes más hijos, se multiplica”, expresó con emoción.


