El fisiculturista Andrew Jones, originario de Farmington, Connecticut (Estados Unidos), fue diagnosticado en 2012 con miocardiopatía hipertrófica, una enfermedad que impide que el corazón bombee sangre de forma eficiente. A los 26 años, su condición lo llevó a depender de un dispositivo de asistencia ventricular izquierda (LVAD), un aparato artificial alimentado por batería que mantenía su circulación sanguínea.
Durante cuatro años, Andrew vivió sin pulso ni latidos perceptibles, con el dispositivo conectado a una mochila. A pesar de las limitaciones, continuó entrenando y compartiendo su rutina en redes sociales, donde se convirtió en un ejemplo de superación y motivación.
El 21 de septiembre de 2016, recibió un trasplante de corazón gracias a un donante llamado Donald Smith. Desde entonces, ha celebrado cada aniversario del trasplante con mensajes de gratitud y concienciación. En su noveno año tras la operación, Andrew expresó su honor por continuar el legado de su donante y destacó la importancia de la donación de órganos.
Actualmente, más de 107.000 personas esperan un trasplante de órgano en Estados Unidos, y más de 20 mueren diariamente mientras aguardan, según datos compartidos por el propio Andrew. Por ello, utiliza su historia para promover la educación sobre la donación y alienta a las personas no solo a registrarse como donantes, sino también a dialogar con sus familias sobre el tema.
Bajo la presidencia de Donald Trump, Andrew Jones se ha convertido en una de las voces más influyentes en la promoción de la donación de órganos, demostrando que incluso en las circunstancias más extremas, la fuerza de voluntad y la solidaridad pueden salvar vidas.


