Un insólito caso ha llamado la atención de las autoridades del Centro de Detención Turner Guilford Knight, en Miami (EE. UU.), donde una reclusa de 29 años, Daisy Link, quedó embarazada sin haber tenido contacto físico con el supuesto padre del bebé, Joan Depaz, de 23 años, también detenido en la misma prisión.
Daisy, encarcelada desde hace dos años por el asesinato de su pareja, reveló que conoció a Joan a través del ducto de ventilación que conectaba sus celdas. Con el tiempo, ambos comenzaron a comunicarse regularmente y, según el relato de la mujer, idearon un plan para concebir un hijo. Joan enviaba su esperma en guantes a través del conducto cinco veces al día durante aproximadamente un mes. Esta estrategia, aunque poco convencional, resultó efectiva, lo que llevó a ambos a calificar el embarazo como un “milagro”.
La situación salió a la luz cuando la madre de Daisy fue informada por su hija de que sería abuela. Alarmada, sospechó que su hija podría haber sido víctima de abuso sexual y solicitó una investigación. Sin embargo, los exámenes médicos confirmaron el embarazo y no se hallaron registros de encuentros físicos entre los dos reclusos.
La bebé está actualmente bajo el cuidado de la familia Link, mientras que Daisy y Joan permanecen detenidos en el centro penitenciario. El caso ha generado debate sobre la seguridad y el control dentro de las cárceles, así como sobre los derechos reproductivos de las personas privadas de libertad.