En agosto de 2000, Danny Stewart se dirigía a una cita con su entonces novio, Pete Mercurio, en Nueva York, cuando vio un paquete extraño en el suelo de una estación de metro. Al acercarse, descubrió que se trataba de un recién nacido abandonado. La escena marcaría para siempre la vida de ambos, que meses después se convertirían en los padres del niño.
Se llamó a la policía y el bebé fue puesto al cuidado del sistema de adopción. Pero la historia no terminó ahí. Como fue él quien encontró al niño, Danny asistió a las audiencias del caso. En una de ellas, el juez responsable les preguntó directamente si él y Pete querrían adoptar al niño. La inesperada invitación hizo que la pareja se replanteara toda su rutina y sus planes de futuro.
Pete tenía dudas, pero Danny aceptó inmediatamente. “Crees que el bebé se merece más y dudas de que puedas darle la vida que necesita. Pero no tendrás elección. Una fuerza mayor que tú está en acción”, dijo en una entrevista con HuffPost.
La adaptación fue difícil, pero poco a poco el miedo dio paso al valor y el hogar se convirtió en una familia. El bebé, bautizado como Kevin, creció rodeado de amor. Hoy, a sus 25 años, es un joven estudiante universitario, apasionado por los deportes, y ya ha participado en maratones y clases de baile.
“Kevin es empático y amable. Mantiene sus emociones a flor de piel. Es observador, no busca llamar la atención. Es una persona reservada, pero también un líder silencioso”, describen Pete y Danny.
La trayectoria de la familia se convirtió en un libro y se celebra especialmente en fechas simbólicas, como el Día del Padre. Para Pete, ser padre lo cambió todo: “Aprenderás que, en esta experiencia humana maravillosamente impredecible, a veces todo sucede por una razón y, a veces, todo sucede a pesar de la razón”.