Las autoridades irlandesas dieron inicio esta semana a las excavaciones en un terreno que alberga uno de los capítulos más dolorosos de la historia social del país. El lugar, en la ciudad de Tuam, en el condado de Galway, fue, durante décadas, sede de una institución religiosa destinada a madres solteras, conocida como “mother and baby home”. Allí, se cree que los restos mortales de aproximadamente 800 bebés están enterrados, muchos de ellos en condiciones precarias y sin ningún registro oficial.
El trabajo de excavación marca un esfuerzo inédito de Irlanda para enfrentar los abusos cometidos en esas instituciones, que funcionaron con aval del Estado hasta mediados del siglo pasado. Entre 1925 y 1961, el hogar de Tuam fue administrado por monjas de la orden Bon Secours, que acogían a jóvenes mujeres embarazadas enviadas por las familias para dar a luz lejos de los ojos de la sociedad.
El caso ganó repercusión en 2014, cuando la historiadora local Catherine Corless reveló la extensión de las muertes ocurridas en el lugar. Por medio de investigaciones detalladas, ella identificó los nombres de 796 niños que habrían muerto en la institución. La falta de documentos sobre los entierros oficiales levantó sospechas sobre el destino de los cuerpos. Investigaciones posteriores indicaron que muchos pueden haber sido enterrados de manera clandestina, incluso en un antiguo tanque séptico.
Daniel MacSweeney, jefe del equipo responsable por la operación, clasificó la misión como “extremadamente desafiante”, tanto por el tamaño del área como por el estado de conservación de los restos encontrados hasta ahora. De acuerdo con él, los primeros relevamientos mostraron que osamentas de diferentes niños están mezcladas en puntos del terreno, lo que va a exigir un trabajo delicado de identificación.
La fase inicial, de preparación del suelo, deberá durar cerca de un mes, con la excavación completa prevista para comenzar el 14 de julio.
El episodio de Tuam trajo a la luz el legado sombrío de las “mother and baby homes”, instituciones que, durante décadas, albergaron a miles de mujeres y niños bajo rígidas reglas morales y religiosas. Además de lidiar con estigmas sociales, muchas de esas mujeres enfrentaron malos tratos y separación forzada de los hijos, que eran frecuentemente encaminados a adopción sin el consentimiento de las madres.
En 2017, tras los primeros resultados de la investigación oficial sobre esas instituciones, el entonces primer ministro irlandés Enda Kenny describió el caso como una “cámara de los horrores” y criticó duramente la complicidad histórica de la sociedad con el sistema. En un discurso impactante, él recordó que el aislamiento de las mujeres no fue impuesto por la fuerza, sino por un sentimiento colectivo de vergüenza y moralismo.
Las excavaciones en Tuam deben extenderse por varios meses y representan un paso importante en el reconocimiento de las víctimas y en el intento de dar algún tipo de dignidad a los que allí fueron olvidados.