Josh Marshall, residente en Kansas (EE. UU.), conmovió al mundo al tatuarse en la cabeza la cicatriz que le quedó a su hijo Gabriel tras una operación, diagnosticado con cáncer cerebral. El gesto, realizado en 2015, fue un intento de reforzar la autoestima del niño, que entonces tenía 8 años y se sentía avergonzado por la marca que le había dejado la operación.
Gabriel había sido diagnosticado con astrocitoma anaplásico, un tipo raro y agresivo de tumor cerebral. Después de la cirugía, comenzó a evitar los espejos y mostraba inseguridad con su apariencia. “Mi hijo se sintió muy avergonzado después de la cirugía. Se sentía como un monstruo”, relató Josh en ese momento, en una entrevista con ABC News.
Ante esto, el padre decidió tatuarse la cicatriz del lado derecho de la cabeza, en el mismo lugar donde la tenía su hijo. “Le dije: ‘¿Sabes qué? Voy a tatuarme tu cicatriz. Así, si la gente quiere mirarte, podrá mirarnos a los dos’”, reveló. El gesto tuvo repercusión internacional después de que la imagen de los dos juntos se compartiera en las redes sociales y participara en el concurso «Mejor padre calvo», promovido por una institución dedicada a la lucha contra el cáncer infantil.
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En enero de 2018, Gabriel falleció a los 9 años, tras años de lucha contra la enfermedad. La noticia fue compartida por el propio padre, que utilizó las redes sociales para despedirse de su hijo y agradecer el apoyo recibido durante el tratamiento. “No puedo ni empezar a describir exactamente cómo me siento. Tengo el corazón roto, no solo estoy perdiendo a mi hijo, estoy perdiendo a mi mejor amigo”, escribió.
La historia de Gabriel y Josh sigue siendo recordada como un símbolo de amor, empatía y valentía. El tatuaje que lleva su padre sigue siendo un homenaje a la memoria de su hijo.