Neil Morris, de 44 años, acababa de recorrer 100 kilómetros en bicicleta cuando empezó a sentir tensión en el cuello y el pecho. Al principio, el director de RRHH, que vive en Oxfordshire, pensó que se trataba de una indigestión. Sin embargo, el dolor pronto se hizo agudo y persistente. Fue entonces cuando decidió ir al médico.
El descubrimiento del diagnóstico conmocionó a Neil y a su familia
En un hospital local, Neil se sometió a una tomografía computerizada. En pocas palabras, el escáner reveló una «masa gigantesca en el pecho», junto con un coágulo de sangre. Otras pruebas más exhaustivas revelaron que el hombre padecía leucemia linfoblástica aguda. En otras palabras, padecía un tipo raro de cáncer de la sangre y la médula ósea.
Al deportista aficionado le quedaba un largo camino por recorrer para encontrar una cura
El ciclista se sometió a más de 100 sesiones de quimioterapia, ocho horas de radioterapia y cinco biopsias de médula ósea. Además, Morris recibió cinco bolsas de plaquetas, tres transfusiones de sangre y mucho más. Al final, fue un trasplante de células madre lo que le dio una «segunda oportunidad» de vivir.
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Durante el tratamiento, Neil siguió manteniéndose en forma con su bicicleta estática. “Estaba conmocionada y, para ser sincera, aún no me creo que nos haya pasado a nosotros, pero al mismo tiempo siempre creí que todo iría bien”, declaró finalmente Jenny, la esposa de Morris.