Benjamin Choi, un joven innovador de Virginia, ha hecho historia al crear un brazo protésico asequible y no invasivo controlado por la mente. Su invento desafía las convenciones de la tecnología médica, demostrando que es posible desarrollar soluciones de vanguardia sin costes desorbitados ni cirugías arriesgadas.
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A diferencia de los modelos tradicionales, que requieren complejas intervenciones quirúrgicas para implantar sensores en el cerebro, la prótesis de Choi utiliza sensores externos en la barbilla y la oreja para interpretar las señales cerebrales. Esto elimina la necesidad de intervenciones invasivas, haciendo el proceso más seguro y sencillo.
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El brazo protésico se desarrolló utilizando una impresora 3D de 75 dólares y cuesta menos de 300 dólares. Es bastante más asequible que los modelos tradicionales, que pueden costar miles de dólares. Choi ha demostrado que la innovación no tiene por qué ser cara para marcar una diferencia significativa en la vida de las personas.