La degradación de Plutón como planeta en 2006 no ha sido obstáculo para que la comunidad astronómica mantenga viva la búsqueda de nuevos mundos en nuestro vecindario cósmico. Las evidencias apuntan hacia la existencia del denominado “Planeta Nueve”, un enigmático cuerpo celeste de considerable magnitud que aparentemente perturba las órbitas de objetos más allá de Neptuno. Los avances tecnológicos actuales nos sitúan en una posición privilegiada para desentrañar este misterio.
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La historia de la búsqueda de planetas ocultos se remonta al albor del siglo XX. El astrónomo Percival Lowell postuló en 1915 la existencia del “Planeta X” como explicación a las anomalías observadas en la órbita de Urano. Si bien esta teoría fue posteriormente refutada, condujo al hallazgo fortuito de Plutón en la década siguiente.
El perfeccionamiento de las técnicas observacionales ha permitido detectar cuerpos celestes en los confines del Sistema Solar, destacando el descubrimiento de Sedna en 2004, cuya peculiar órbita elíptica desafía las explicaciones convencionales. La identificación de otros objetos con trayectorias análogas refuerza la hipótesis de la presencia de un cuerpo mayor ejerciendo su influencia gravitacional.
La investigación cobró un nuevo impulso en 2016, cuando los astrónomos Mike Brown y Konstantin Batygin revelaron un hallazgo sorprendente tras analizar seis objetos transneptunianos extremos: sus perihelios presentaban una alineación estadísticamente improbable. La explicación más plausible sugiere la existencia de un noveno planeta, con una masa entre cinco y diez veces superior a la terrestre, oculto en las profundidades del Cinturón de Kuiper.
Esta interpretación no está exenta de controversia. Un sector de la comunidad científica cuestiona la validez estadística del estudio debido al reducido tamaño de la muestra. Otros investigadores proponen explicaciones alternativas, como la influencia histórica de fuerzas gravitacionales externas provenientes de estrellas vecinas o planetas errantes.
El desenlace de este enigma astronómico podría estar próximo. La inauguración del Observatorio Vera C. Rubin en Chile, prevista para 2025, marcará un hito en la observación astronómica gracias a su revolucionaria cámara. Su capacidad sin precedentes para cartografiar extensas regiones del cosmos podría finalmente resolver el misterio del Planeta Nueve.
El descubrimiento de este hipotético mundo transformaría radicalmente nuestra concepción del Sistema Solar y sus procesos formativos. Su ausencia, por otro lado, nos obligaría a reformular nuestras teorías sobre los intrigantes patrones orbitales observados más allá de Neptuno. En cualquier caso, este capítulo de la astronomía promete ser revolucionario.